Bueno, no nos alarmemos, los médicos no nos van a recetar trabajo en verano, ni va a aparecer en nuestra historia como antecedentes personal o familiar, aquellas vacaciones en la costa. (Esto último puede que no a todos).
Sin embargo es importante saber, que
las vacaciones pueden ser una fuente de estrés, que mal gestionado puede verse reflejado en nosotros y en nuestra salud.
Aunque las vacaciones signifiquen dejar todo de lado, cambiar todas nuestras rutinas por novedades y creamos que son todo beneficio,muchas veces estas pequeñas alteraciones de nuestro mundo conocido pueden aumentar nuestros niveles de estrés.
Cuando viajamos, por lo general solemos hacerlo en grupo, y el hecho de cambiar el día a día, nuestra forma de hacer las cosas, a un tira y afloja por hacer lo que cada uno quiere en la playa o el chiringuito, genera nervios e incluso ataques de ira, para lo cual, los 40ºC grados que suelen acompañar esta época, no ayudan.
Los expertos recomiendan siempre tener una idea general de lo que se quiere hacer para no acabar en el nihilismo vacacional, pero siempre dejando un hueco a la espontaneidad.
Lo más importante es recordar que ese tiempo, en familia, en pareja o con amigos, es para disfrutar, para pasarlo bien, y que ir a la playa o a caminar por el bosque, hagamos lo que hagamos, será siempre mejor que el trabajo de la oficina.
Lo que se quiere evitar es que el periodo de relax se convierta en una lucha con la familia, con el que te ha quitado el sitio en el parking o consigo mismo.
Recuerda, durante esta época hay que aprender a relajarse y disfrutar de todo aquello que encontremos.
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