Muchas veces cuando vamos a nuestro médico a buscar el
resultado de alguna prueba, en un
momento dado, tras ver los resultados, preguntamos:
¿Estoy enfermo?
¿Estoy enfermo?
Esta pregunta que a primera vista parece tan simple, y que parece que basta con leer el resultado de la prueba, en realidad es mucho más compleja, en esta entrada trataremos de desvelar lo que realmente es un diagnóstico.
Para empezar, hablaremos de lo que es una prueba diagnóstica.
Una prueba
diagnóstica es cualquier procedimiento que tiene el objetivo de ayudarnos a
orientar, confirmar o descartar un diagnóstico.
Cada prueba tiene unas características que nos indican la
eficacia de la misma a la hora de diagnosticar una enfermedad. Hoy hablaremos
de la sensibilidad y la especificidad.
La sensibilidad
La sensibilidad, como definición, es la proporción de enfermos que un test es capaz de detectar. Es decir,
la probabilidad de que tengamos un
resultado positivo cuando estamos enfermos.
Para entender las ventajas e inconvenientes, pondremos como
ejemplo una alarma de un coche.
Si la alarma es muy
sensible, tenderá a sonar cada vez que detecte que el coche va a ser robado,
punto positivo, ya que capturaremos siempre al ladrón. Pero si es muy sensible, el hecho de que un gato se suba al capó, también
hará sonar la alarma. Imaginad que suena la alarma a las 3 de la mañana por
un lindo gatito. En ese caso, nuestra alarma no será muy práctica.
En este ejemplo, la alarma simboliza el test, el ladrón la
enfermedad y nuestro querido gatito, un falso positivo.
Tras esto, es fácil entender, que un test muy sensible detectará a todos los enfermos, pero también hará
que algunas personas sanas sean clasificados como enfermos.
Si lo que tratamos de diagnosticar es un catarro, puede que equivocarse
no tenga un repercusión grave, pero si es otra patología cuyo tratamiento tiene muchos efectos
secundarios, puede que sí.
La especificidad
La especificidad es muy parecida a la sensibilidad, pero
hablando de personas sanas. Esta
representa la capacidad de un test para detectar a las personas sanas, es
decir, la probabilidad de que una personas sana de un resultado negativo en el
test.
En el ejemplo de la
alarma, podemos imaginar que la ajustamos para que sólo empiece a sonar cuando
es muy seguro que hay un ladrón en el coche, por ejemplo, cuando detecte
fuertes movimientos por forzar el coche. Ahora tu alarma no te despertará a las
3 de la mañana por el lindo gatito, pero
si hay un ladrón muy delicado, quizás te robe el coche y lo descubras por el
hueco en tu plaza de aparcamiento a la mañana siguiente.
En este punto Te dirás, bueno pues entonces, a mi, que
me hagan pruebas con una sensibilidad y una especificidad del 100%.
Desgraciadamente, esto no es posible, generalmente un aumento de la sensibilidad provoca un
descenso de la especificidad y viceversa. Pongamos un ejemplo para verlo
más claro.
Utilizaremos como ejemplo la ferritina, una molécula que se
mide para determinar las reservas de hierro.
En hombres los valores normales son entre 12 y 300 ng/Ml
Diríamos que existe
un déficit si el valor de tu análisis de sangre es inferior a 12 ng/Ml
¿Cómo haríamos más
sensible este test?
Podríamos decidir que
se considerara que menos de 40ng/Ml fuera el déficit, evidentemente,
tendríamos más pacientes considerado con hierro bajo, muchos más enfermos, pero
también más gente sana que ha sido
clasificada como enferma.
¿Y cómo lo haríamos
más específico?
Bueno, pues consideraríamos
que el déficit fuera a partir de valores inferiores a 5ng/Ml, de esta forma
evitaríamos incluir a pacientes sanos dentro del grupo de los enfermos, pero también dejaríamos enfermos sin tratar.
Cómo veis, cada vez
que el médico tiene el resultado de una prueba, influyen muchos más factores en
la decisión de diagnosticar a alguien una enfermedad. No se resume todo a
un número, sino a un conjunto de datos sobre el paciente, la prevalencia de la
enfermedad en la población y la evidencia de los estudios.
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